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Reforma judicial en Canarias: togas, cholas y los que nadan desnudos

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(@Ramón J.)
Registrado: hace 4 años
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La Justicia no es lenta: la ralentizan. En Canarias, la reforma judicial promete velocidad, pero lo que se mueve son los muebles, no el sistema. La toga camina con cholas gastadas, y los que deberían poner medios prefieren que la Justicia siga en pausa: así nadie descubre que muchos, en realidad, nadan desnudos.

La Justicia no es lenta, lentos son los medios de los que dispone. Y además son los que proveen esos medios, a los que no le interesa que la justicia lo sea. Lenta digo. En Canarias, la reforma judicial pretende acelerar lo que nunca ha querido moverse, mientras los ciudadanos siguen esperando que el laberinto tenga salida. Y eso no ocurrirá.

La Justicia es lenta porque interesa que sea lenta.

Si fuera rápida y eficaz, muchos de los que hoy se pasean por los pasillos judiciales verían que en realidad nadan desnudos.

Esa lentitud estructural, esa pereza institucional, es el mejor abrigo para los poderosos y el mayor castigo para el ciudadano común.

Con la modificación de la organización judicial y planta, nos prometen ahora un milagro burocrático: que reorganizando partidos judiciales y digitalizando formularios, la Justicia será ágil y moderna. Pero en la práctica, parece más bien un cambio de muebles en un barco que sigue haciendo agua por todas partes.

En Canarias, el panorama es un rompecabezas. Se habla de eficiencia, pero lo que llega son dudas: qué juzgados se fusionan, cuáles pierden competencias, quién se traslada y quién se queda. Funcionarios que no saben dónde acabarán, abogados que no sabemos a qué sede dirigir las suplicas de los escritos, ciudadanos que temen tener que cruzar media isla para registrar una demanda. Y todo ello, mientras desde los despachos se repite el mantra de la “reforma estructural”, como si la semántica bastara para enderezar un sistema que se cae a pedazos.

En los partidos judiciales insulares, el efecto dominó ya se siente. En La Palma y Fuerteventura, temen perder competencias locales; en el norte de Tenerife, anticipan una capital colapsada; en los municipios pequeños, resignación ante la centralización.

Una justicia más lejana, más cara y menos humana.

La digitalización, presentada como la panacea, no escapa a la ironía. Se exige presentar escritos telemáticamente, pero hay juzgados sin conexión estable, ordenadores prehistóricos y funcionarios que reinician LexNet como quien reza un rosario.

Es la tragicomedia canaria: un sistema que se vende como del siglo XXI pero funciona con tecnología del siglo XIX.

Y todo esto bajo el mismo decorado: falta de jueces, falta de personal, falta de medios. Lo único que sobra es retórica.

Porque la reforma judicial, al menos en Canarias, tiene más de mito que de solución: promete rapidez, pero si realmente la tuviera, muchos verían caer sus caretas procesales.

La Justicia aquí no avanza: da vueltas en círculo con cholas gastadas, convencida de que el movimiento es progreso.

Y mientras tanto, el ciudadano sigue atrapado en el laberinto, esperando una sentencia que tal vez llegue cuando ya no le haga falta.

Fuente: elburgado.com 05.10.2025


1 respuesta
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(@formidable)
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Registrado: hace 2 meses

Sin duda, un caos en todos los sitios donde se ha implementado...


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